jueves, 23 de diciembre de 2010

Nowhere man's notes (Parte II)

II. Emergencia, reconstrucción y destrucción ¿bases para el avance al socialismo?

Por J.P.  López

Hace pocos días, Francisco (Farruco) Sesto fue nombrado Ministro de Estado del Pueblo para la Reconstrucción Urbana de Caracas. El también Ministro del Poder Popular para la Cultura deberá articular políticas con las existentes instancias de Vivienda, Transporte y Comunicaciones, la Jefatura de Gobierno del Distrito Capital, el Municipio Bolivariano Libertador, entre otras. La tarea es asegurarse de hacer el trabajo que les corresponde. Parece extraño, pero se crea un nuevo órgano burocrático para coordinar y ejecutar políticas dirigidas a proveer de vialidad, vivienda y orden urbanístico a la ciudad capital, todos temas que ya deben ser ejecutados desde otras instancias.

El asunto cobra sentido si se considera que en más de diez años de gobierno revolucionario, el ritmo de construcción de viviendas en Venezuela ha sido más bajo que durante el quinquenio de Rafael Caldera. Un récord para nada deseable en épocas de bonanza petrolera y avance al socialismo. Paradójicamente, sin embargo, el propio Farruco fue uno de los Ministros encargados del tema de vivienda y compite con otros inefables funcionarios por ser de los menos eficientes. La designación se incorpora a la peculiar lógica de la burocracia bolivariana de superposición y duplicación. De hecho, el presidente Chávez, al designar a Farruco dijo que sería un ministro “solo para eso, un ministro especialmente para eso”, en el contexto de la emergencia causada por las lluvias y el desplazamiento de miles de familias de sus casas. Sin embargo, la “exclusividad” de la labor del nuevo ministro es cuando menos dudosa. El ministro sigue ejerciendo dobles funciones, considerando la cartera de Cultura, y además se superpone a otras estructuras mencionadas.

Es que la emergencia nacional de estas semanas ha evidenciado uno de los más agudos problemas de la gestión de gobierno. Tal situación en parte es el resultado de una pésima gestión en el área de vivienda, producto de la incapacidad y posiblemente hechos de corrupción que han desviado los recursos que debían estar destinados a la construcción, sector por demás fundamental para la activación económica de Venezuela. Ningún plan de sustitución de rancho por casa ha tenido feliz término, no ha habido sustantivas reubicación de familias que habitan lugares vulnerables, ambos asuntos medulares para cualquier política de vivienda en la Venezuela de hoy.

Ergo, a las millones de familias acumuladas en los últimos años que no tienen vivienda hay que sumarle las miles que hoy se encuentran desplazadas y han sido asumidas por el Estado por un período de al menos un año. Se trata de una nueva organización del gobierno nacional que, debido a la coyuntura, ha encargado a diversos institutos y ministerios de la construcción y mantenimiento logístico en los refugios. Esto implica que algunas instituciones han dejado de trabajar en las tareas que le son propias para “atender” la emergencia, mientras ésta persista –lo que podría ser unos doce meses-. Pero no solo eso, existen ministerios cuyas propias estructuras se han convertido en refugios. Las y los funcionarios han sido ordenados a empacar sus cosas, las oficinas han sido desmanteladas y no han reactivado actividades normales. Es decir, el propio Estado ha convertido a sus instituciones en refugiados de emergencia. Si a la actual crisis sumamos la crisis eléctrica, la emergencia invertida que tuvimos a comienzos de año y que provocó bajar las santamarías del gobierno durante la mitad del día laboral, las y los trabajadores del Estado habrán trabajado menos que un pelotero de beisbol profesional este año.

El desmantelamiento silente de los órganos del Estado y la re-creación de estructuras disfuncionales nos lleva a preguntarnos cómo podrán cumplirse las metas cotidianas que se traza el mismo gobierno. ¿Estarían preparadas las instituciones para atender una nueva alarma natural? ¿Podrían construirse nuevas viviendas y atender el déficit si las instituciones están encargadas casi exclusivamente de atender los refugios?

El apelativo de la urgencia se ha convertido ya en política pública del Estado venezolano. Pero en la actualidad, atender la emergencia podría ser más destructivo que las temibles lluvias. El desmantelamiento de las funciones del gobierno eleva la vulnerabilidad del Estado y su incapacidad para enfrentar futuras alertas. A la vez, el gobierno busca aprovechar la circunstancia para “avanzar” en la ruta al socialismo. Eso dice el paquete de leyes que ha aprobado la moribunda Asamblea Nacional y su extensión por la vía de aparatos respiratorios un año y medio más.  

Está claro que el socialismo al que se refiere la actual cúpula revolucionaria es el socialismo centralista de Estado. Socialismo es igual a estatizaciones. Socialismo es igual a centralismo democrático: ecuación infalible de líder, partido y gobierno. En la actual circunstancia es difícil prever el avance del Estado sobre la realidad económica, social y política de Venezuela con cierta eficiencia y sustentado en la participación real del poder popular. Hace unas semanas el sociólogo Javier Biardeau alertaba sobre las consecuencias de la mezcla de centralismo político y estatismo en lo económico. Hacía un llamado a aplicar las 3Rs con franqueza y abrir los espacios de discusión. El regalo de navidad (extrañamente, este socialismo sí es cristiano) es no hacer nada de eso. Además, se abandona cualquier intento creativo de construcción socialista desde abajo, profundizando la democracia en todos los niveles y la creación económica entre los más diversos sectores. Es una amenaza al sueño de un nuevo comienzo. Es despertar de pronto y unas cuantas décadas atrás. 

domingo, 19 de diciembre de 2010

Nowhere man’s notes (Parte I)



Por J.P. López

El antropólogo colombiano Arturo Escobar citando a Eduardo Gudynas, quien pasaba revista de los cambios que ocurren en la América Latina “progresista”, habla de éste como el sueño de un nuevo comienzo. La experiencia venezolana, la más vieja de todas las que comenzaron el alboroto a comienzos del siglo, pareciera estar despertándose nadando en sudor y asustada con una pesadilla casi infantil. Algunos en este rincón de Suramérica nos estamos despertando en esa pesadilla y hoy sentimos que no pertenecemos a ninguna parte. 

Aquí comienzan algunas notas reflexivas sobre este momento…

I. Crionización de la Asamblea Nacional


La segunda legislatura de esta era constitucional lleva escrito en su epitafio no pocas hazañas lamentables.

La primera y más contundente: es sin duda la que menos ha trabajado. Sus miembros, de forma libérrima cedieron sus facultades por más de la mitad del tiempo del que se encontraban en funciones (alrededor de cuatro años). Peor aún, hicieron esto cuando no lo necesitaban: más de dos tercios de ellos y ellas formaban parte de un mismo partido con una misma directriz. Además, hipotecaron las facultades de la propia institución a la que pertenecen, al quitarle atribuciones durante un año y medio a la siguiente legislatura. Todo ello para fortalecer el liderazgo centralista del Presidente. Liderazgos como el de Cilia Flores, Carlos Escarrá, Mario Isea se quieren congelar en el tiempo, postergarse cual Walt Disney para vivir en la mente y alma de su pueblo. Le dan posibilidades legislativas al Presidente justo hasta el comienzo de la campaña presidencial de 2012.

Luego, recordando su triste experiencia cargada de traiciones, decidieron codificar como delito el salto de talanquera. Ningún diputado o diputada podrá votar por una agenda legislativa que sea distinta a la plataforma electoral que presentaron ante el CNE cuando se inscribieron a competir por la curul. Niegan así la objeción de conciencia de las y los representantes del soberano y hacen a estos funcionarios y funcionarias objeto de disciplina frente a un partido político exclusivamente. Cabe preguntarse, ¿cuál es la plataforma que prestaron ante el CNE? ¿acaso las y los electores conocemos cuál fue ese código programático? Por ejemplo, si el PPT planteó una posición intermedia entre los dos polos, ¿esto implica que siempre deberá votar nulo en cada ley para mantener su programa “intermedio”, excepto por las leyes que ellos mismos propongan? Si hubiera apoyo a un embajador nominado, o una mención honorífica a un símbolo de “orgullo” nacional como Andrés Galárraga, Simón Díaz, Gustavo Dudamel u otras estrellas de la banalidad nacional ¿estaría penado el consenso porque los polos encontrados en el parlamento son para siempre irreconciliables?

Ahora bien, ¿es la Constitución Nacional una plataforma electoral? En ese caso, el PSUV se abriga el derecho de ser su defensor por encima de aquellos que en tiempos aciagos quisieron pisotearla por la vía de golpes de Estado, sabotajes arteros, etc. Entonces las leyes que han violado la Constitución abiertamente serían dignas de elevar a un tribunal por la posible injuria a la plataforma del propio PSUV. Una de ellas es la Ley de Procesos Electorales que claramente viola el principio de proporcionalidad establecido en la Constitución Nacional y sobredimensiona una victoria pírrica para convertirla en una “contundente” victoria. Ese resultado es al que hoy se aferran, una mezcla maravillosa de miserable deseo de poder con dominio institucional.

Así, las y los diputados de esta legislatura abandonan aquella idea del Parlamentarismo Social de Calle. Abandonan también la posibilidad de hacer una revolución porque desconfían de la voluntad popular para revocar a sus propios legisladores y legisladoras. Le quitan potestad al poder popular para dársela a su cogollo disciplinario.